- Devuélvemelo.- Dijo escondido tras media sonrisa.
-Ven a por ello.- Respondió él caminando hacia atrás, con una gran sonrisa sin apartar la mirada de la comisura de D.
-No seas tonto, ¡dámelo!
-No, quítamelo JAJAJA.- J. se dio inmediatamente la vuelta, echó a correr en dirección a una callejuela estrecha y oscura y desapareció. D. le siguió, una vez llegó a la boca del lobo, ralentizó el paso.
-¿Dónde estás? No me gusta este lugar.- Sus pasos eran cada vez más lentos.
-Estoy aquí, ¡ven!
-Me da miedo la oscuridad. - Ese miedo se sumó al frio de aquella noche, haciéndole tiritar un pelín más.
-No tengas miedo, no dejaré que nada malo te pase, anda ven, yo te protejo.
-¿De ti? - Castañeó entre dientes.- Vale voy. - Continuó andando un poco más, ahora solo escuchaba los latidos de su corazón y extraños ruidos que emitían las suelas de sus zapatos al entrar en contacto con el suelo.- No t-te veo.
-¡¡BUUUUUUU!! - D. se sobresaltó pero antes de que pudiera darse la vuelta para vengarse J. le atrapó entre sus brazos.- SuéltaMEE.- Dijo oponiendo cierta resistencia. La luna sonreía en el cielo observando desde la mejor perspectiva a estos dos cómplices enamorados. J. No paraba de reir, le soltó y dijo: -Anda, vámonos.
-Nu es justuu.- Comentó D. pasando por delante de J.
-No es mi culpa que seas un cobardica.- Dijo J. por detrás con un tono burlesco y afectivo.
-Si ya…pero vuélveme a asustar… - Sueños imposibles. "Te lo puedes quedar, está roto y no creo que quieras arreglarlo".