Un pensamiento acompañado de múltiples imágenes en paralelo me trajeron aquellas palabras que
te dije ese día: “Vete, vete lejos de aquí, ve a prometerle las estrellas a
otro que no sea a mí”.
Lo que nunca
imaginé es que ibas a cumplir al pie de la letra lo que te dije. Me quedé
mirando cómo te ibas, muriendo por lo bajito.
Las estrellas que solían brillar
en mi mirada, y que tanto te gustaban, cayeron al suelo como estrellas de mar
en una playa desierta.
“Espérame, no te vayas, no puedo vivir sin ti” pero
claro, no oíste nada y desapareciste. Yo me quedé sin ti con el corazón completamente
desteñido, roto por lugares que ni si quiera conocía entre mi corazón y tus
brazos. Pero ¿sabes? Aun tienes en tus manos esa pequeña caricia que volvería a
pintar todo de azul. Después de todo, sigues guardando la posibilidad de
hacerme inmensamente feliz.
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