Daniel siempre ha necesitado un héroe, fuerte capaz de protegerle de
cualquier cosa que pudiera dañarle incluso de él mismo. No se dio cuenta que al
igual que él, Johan también necesitaba sentirse protegido, arropado, querido.
Johan decidió abandonarle, no porque no le amara, sino porque ya sólo le
quedaba una llamita pequeña para darse calor a sí mismo. Daniel estaba siempre
muerto de frio y ese frio era insaciable, tanto que congeló al Amor. Ese
ansia de calor desmesurada le dejó tiritando de frio. No fue culpa de Johan ni
de él. Pensaba que la solución sería mucho más calor...la historia se repite
una y otra vez. Si el Amor es lo primero, va siendo tiempo de tignarse sus dulces
manos blancas de ollín, reanimar la llama antes de que haya más muertes por
hipotermia. Si no quiere que la ausencia vuelva a mojar su almohada y hacer estragos
en su alma.
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