lundi 1 septembre 2014

Esa sensación. Como un mareo que le dio al verle dar vueltas como la primera vez. Un hueco se abrió entre sus pulmones que aceleraba su respiración, no sabría explicarlo pero ahí estaba otra vez y sus ojos se iban tras él. Ni siquiera la nube de polvo que el aire jugueteando levantaba una y otra vez, le impidió volver a sentirse así. De vuelta a casa, las farolas de la carretera desfilaban sobre el cristal de sus gafas y se reflejaban en su mirada. Eran las mismas farolas y ese mismo reflejo.
-¿Qué miras?
La primera vez solo había una sonrisa dibujada en su boca, una sonrisa que escondía algo más que unos dientes... No le di importancia. No quise dársela pero esas imágenes aceleraban mi ritmo cardíaco...Mi espíritu soñador me jugó una mala pasada, quería darme una lección, supongo, esta vez me recree en ellas, en cada una de las farolas que se reflejaba en sus gafas, en el brillo que producían en su mirada, en la música de los cascabeles de su traje que se unían al sonido de un motor que escondían de nuevo mi taquicardia. Cuando no, era un "nada" o eso creía yo. Solo la diosa Shakti comprendería la revolución que vino después. Mis sentidos me poseían. Mi vista, mi olfato, mi gusto, mi tacto gritaban: La estructura de sus huesos es perfecta. Esta vez con más fuerza. Ahora mi alma se esconde por los rincones de mi piel me señala con el dedo y me dice "es tu culpa, dejaste de soñar". Las aspas de un viejo ventilador de techo daban vueltas lentamente...Hariel podía estar en alguna parte.
-Búscalo, quizás esté perdido y necesita que lo encuentren. Le susurró el corazón de un solo latido.
Las aspas seguían dando vueltas, como si no hubieran perdido Esperanza.

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